ABC - 09/06/2006  
  Federico Marín Bellón 
                        Un embaucador argentino que pone "el contador a cero" cada mañana y una española que sólo guarda en la nevera dos divorcios, un hijo resentido y una botella de vino acaban unidos como dos piezas de puzle desgastadas: no encajan a la perfección, pero se adaptan. Ambos se cuelan en el tren con el mismo entusiasmo asustado, sin atreverse a abrir la maleta delante del otro. Rafa Russo  descubre en estos personajes la oportunidad de contar muchas cosas con sencillez y buen gusto. Su guión no sólo está bien escrito y huye de la grandilocuencia, sino que además encuentra el modo de rematarlo lejos del tópico. Desde " Lluvia en los zapatos " y " Aunque tú no lo sepas ", Russo ha demostrado que lo que sale de su teclado puede compaginar literatura y autenticidad. En su puesta de largo como director, no estropea algo tan trabajoso e inusual como un texto con alma y en la dirección de actores no pierde la cabeza.  
  Disfrutando a Ana Fernández, uno no sabe si celebrar o lamentar su tardío descubrimiento, mientras que Manuel Morón es siempre una garantía. A Gustavo Garzón le toca cubrir el flanco más peligroso, el menos cercano al espectador y el más complejo. El porteño pierde alguna batalla en la colina de la empatía, pero gana la guerra. 
   
   
   
                          
                         
                                                 Cinemanía Junio 2006  
                        Por Javier Angulo  
                        Meritoria ópera prima de Rafa Russo (Goya por su cortometraje Nada que perder ), que cuenta una historia de amor entre una mentirosa, que se construyó su propia vida falsa para olvidarse de la real, y un enigmático y atractivo profesional del timo, incapaz de discernir en cuál de sus embustes embarrancó su existencia. Ambos tardarán en descubrir en esa tela de araña que en el amor está su mejor defensa, su mejor salvación. Russo tiene una estética y una forma de narrar muy personal y llena de fuerza, aunque a veces pierda el ritmo o se le difumine la historia. Pero sabe retomar el hilo. Muy bien Ana Fernández, en uno de sus papeles más completos; e imponente Gustavo Garzón, un Pacino argentino de los que te crees todo lo que te cuenta.  
                           
                         
                          
                         
                           
                                                 EL PAÍS (ON MADRID)- 7-15 Junio 2006-06-10  
                        Adriana es una pintora fracasada que bebe más de la cuenta; Rubén es un estafador de poca monta sin escrúpulos. Dos perdedores. Ésos de los que el cine clásico se ocupaba para convertirlos en antihéroes. Ahora no están muy de moda, pero Rafa Russo, hace años guionista de una película que merece revisión, Lluvia en los zapatos , los convierte en eje de una historia que te dejará caer encima toneladas de emoción. Gracias a la monumental pareja de actores desde luego, pero también a la potencia de un rol que abraza sin pudor la relación amorosa entre ambos, insólita al principio y demoledora al final. Echarás más de una lágrima.  
                        ON: La valiente apuesta por una historia sensible y unos personajes humanos.  
                        OFF: Casi seguro que, lamentablemente, pase desapercibida.  
                         
                         
                         
                         
                                                                          El Periódico – 11 de Junio 2006  
                        Eduardo De Vicente  
                        BUEN CINE ESPAÑOL JOVEN  
                        El cine español joven atraviesa un momento excepcional. Tras los excelentes filmes de Daniel Arévalo ( AzulOscuroCasiNegro ) e Isaki LaCuesta ( La leyenda del tiempo ), llega ahora Rafa Russo, guionista de Lluvia en los zapatos  y premiado cortometrajista. Debuta como director y, a diferencia de ellos, pasa de los 40 años. Quizá por eso su película habla de personajes difíciles y, a priori, antipáticos, un exfutbolista tan hábil en el regate que se ha convertido en estafador y una mujer egoísta que ha vivido a salto de mata poniendo más interés en sus amantes que en su hijo. Entre ellos nacerá una insólita historia de amor que, pese al rechazo que deberían transmitir sus personajes, consigue interesar, sorprender y conmover.  
                        El filme arranca dubitativo, con unos diálogos demasiado literarios, pero a medida que avanza se respira verdad, sinceridad, dolor y, sobre todo, vulnerabilidad. Ana Fernández está sublime y Manuel Morón demuestra que en un pequeño papel puede ser muy grande. La fotografía, preciosista, y la música, también de Russo, lo redondean.  
                           
                           
                           
                         
                                                                          La Linterna – La COPE  
*** (7)  
 
Adriana dice ser pintora, y Rubén, ex jugador de fútbol metido a periodista. Pero, en realidad, ella juguetea con el alcoholismo y la prostitución, ansiosa de recuperar el cariño de su hijo, al que no ve desde hace diez años. Y él malvive estafando a incautos con conflictos emocionales de todo tipo. Cuando sus caminos se cruzan, surge una nueva esperanza en estos dos perdedores ya en la cuarentena.  
La película comienza con una exhibicionista escena de cama; pero, enseguida, el debutante Rafa Russo abandona las concesiones, controla algún exceso melodramático y literario, y conduce la historia con mano firme por arduos senderos narrativos, plagados de reflexiones de interés en torno al poder redentor del amor, el perdón y la maternidad. De este modo se cincelan con vigor los perfiles de los dos protagonistas, muy bien encarnados por Ana Fernández y el argentino Gustavo Garzón.  
Por lo demás, Russo muestra una gran sensibilidad como músico —él también ha compuesto la banda sonora del filme—, aprovecha los parajes donde ha rodado y mima a los actores en los momentos más emotivos. Logra así una notable película, con un guión de verdad; es decir, con personajes de carne y hueso, mirados por su creador con capacidad de comprensión, pero también con una retadora perspectiva moral. Jerónimo José Martín.  
 
 
 
                         
                                                                          Variety April 17-23, 2006-06-02  
                          By Jonathan Holland                          ‘ LOVE IN SELF DEFENSE' handles its emotional intricacies with skill and pursues its theme to its final consequences.                          
                        The collision of two fortysomething shipwrecks seeking redemption is at the quiet heart of “Love In Self Defense”, Rafa Russo's absorbing, slow-burning helming debut. Starting out like a scam movie but quickly mutating into something far more distinctive and emotionally complex, pic's rewards are not immediately evident. Its careful script and fine central perfs are calculated to sidestep the obvious, but pic's commitment to its offbeat premise and its emotional truth shine through. “Love's” unfashionable pleasures are unlikely to appeal to the mainstream, but may click with a discerning arthouse public offshore in restricted territories.  
                        Pic gets its narrative hooks in quickly, showing a deft swindle executed by Argentinean Ruben (Gustavo Garzón), an ex-soccer-player who travels around Spain identifying people's weaknesses. But the promise of an enjoyable scam item is quickly complicated when Ruben meets wannabe artist and former hippie Adriana (Ana Fernández) in a hotel bar.  
                        Both are directionless divorcees; he tells lies, and she clearly has things to hide, which will slowly emerge; it's the perfect match. Before long, they're living in an apartment she's looking after for a friend. Early dialogues are heavy with ambiguity, the viewer unclear as to whether Adriana isn't another of Ruben's victims. His offer of marriage and her acceptance feels too hasty, as though both are anxious to prove they are good people underneath it all.  
                        The cracks quickly start to show as Ruben heads off in search of more victims and cash, claiming a business trip. Meanwhile, Adriana goes in pursuit of her son, Damian (Andrés Gertrudix), who she treated badly as a kid. Pic is overleisurely through its middle section, with the disappearance of Ruben and the arrival of Damian, but picks up again over its final half-hour.  
                        On the surface, both protags are obnoxious; what redeems them is their innocent belief that love will solve everything – and their ignorance of the fact it may already be too late. This is emotionally intricate stuff that the script handles with skill and pursues to its final consequences.  
                        Garzon's wide smile and lilting Argentine voice make Ruben a persuasively seductive rogue, but never loses sight of the good guy inside who slowly comes to the fore. Fernández, who sometimes struggle to engage with her roles, is quietly commanding here. Minor character work is also solid, particularly Manuel Moron as one of Ruben's later marks.  
                        Stylistically stripped-back pic is set on Spain 's east coast, presented by d.p. Daniel Aranyo as the kind of romantic paradise where love might flourish. Soundtrack consists mostly of attractively folksy, English-language guitar-based songs written and performed by the helmer.  
                          
                          
                        Cineando que es  gerundio - 19/08/2006  
                          Federico Marín Bellón 
                        Hay una frase muy  socorrida siempre que se habla del cine español, y es la que dice que “antes de  que hubiera cine español, ya había crisis en el cine español”. La palabra  crisis siempre sale a colación cuando se habla de nuestro cine, aunque sin  especificar qué tipo de crisis. Desde luego el problema del cine nacional no es  la falta de ideas originales, ni tampoco es de cineastas, intérpretes o  técnicos, ya que cada año surgen nuevos talentos en todos los campos.  
                             
                          Si creíamos que en cuanto a descubrimientos este año ya estaba copado con  Daniel Sánchez Arévalo, Rafa Russo, experimentado cortometrajista y guionista,  nos demuestra que hasta el rabo todo es toro. Rubén (Gustavo Garzón) y Adriana  (Ana Fernández) son dos personas perdidas, cuarentones, que se conocen en la  barra de un bar. Inician una relación entre medias verdades y mentiras que  puede dar a cada uno la redención de sus pecados. Rafa Russo ofrece una  historia potente, conmovedora a veces, sobre las segundas o terceras  oportunidades a unos personajes tan maltratados y torturados por la vida, que  ya no saben actuar si no es con prevención al posible daño que pudieran  recibir.  
   
                          Unos personajes y situaciones creíbles en todo momento, algo de lo que adolecen  tantas de las películas supuestamente “humanas” que llenan las carteleras de  medio mundo, unas soberbias interpretaciones y un gran hacer detrás de las  cámaras por parte de Rafa Russo, convierten a Amor en Defensa Propia en una de  las revelaciones cinematográficas de la temporada. 
   
   
                         
                          
                         
                         
                        Málaga Hoy - Junio 2006  
                          Por Pablo Bujalance 
                         
                        La presentación de Amor en defensa  propia volvió a provocar ayer en la Sección Oficial a Concurso la jugosa  división de opiniones. Independientemente de que éstos sean malos tiempos para  el romanticismo y de que la catadura moral de los personajes del cine español  actual sea cada vez más dudosa, me permitiré defender esta película y proponer  su candidatura a llevarse algún premio del festival. Que para eso estamos. 
                        Por encima de cualquier particularidad  –el cuidado del guión por encima de la dirección, ciertas pretensiones de cine  de autor y otras consideraciones, todas discutibles, que pudieron escucharse  ayer en los corrillos- queda la evidencia de que la sincera obra de Rafa Russo  propone un juego difícil de verdades y mentiras sin sacarse una sola salida  fácil de la manga. Cada reacción, ya sea de traición, conmiseración o abandono,  se presenta en su medida justa y correspondiente a la extraña lógica de las  relaciones humanas. No están los trucos ni los atajos demasiado comunes en el  cine español. 
                        Además, reconforta ver una película con  el amor y la inspiración como temas principales en la que los protagonistas se  respetan. Todo un hallazgo al que se suma la excelente construcción del  personaje de Rubén y el magnífico trabajo de la adorable Ana Fernández. Una  grata sorpresa, a mi juicio. Ténganla en cuenta. 
                             
                             
                         
                          
                         
                         
                        Revista  Club Oxígeno -  08/06/06  
                          Por Xavier  Díaz 
                        El contador a  cero 
                             
                          Cuando se pone el sol de la vida y parece que todo es un cúmulo de ocasos, el  amor llega para salvarnos del hundimiento. Esa es la clave de Amor en  defensa propia un canto lúgubre y melancólico a la búsqueda de la  redención, narrado con un tempo sublime y salvaguardado por un guión impecable. 
                          Rubén (Gustavo Garzón) y Adriana -inconmensurable Ana Fernández- se acaban de  conocer, ella es una insegura pintora bohemia que ha fracasado en lo familiar,  y él es un ex futbolista que se gana la vida enfundado en el disfraz de un  timador que estafa apelando al corazón de los redimidos: ex cocainómanos o ex  maridos infieles, por ejemplo. Su felicidad empieza cada mañana cuando pone el  contador a cero. 
                          Ella oculta un pasado de crápula trayectoria y él le miente acerca de su  “oficio”, porque le asegura que es periodista -la antítesis del mentiroso y el  estafador, por supuesto-. Cada uno se recuesta en el otro. 
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